Carta alumnat Camí Ignasià 2023


Carta alumnat Camí Ignasià 2023

Loyola, 6 de julio de 2023

Recuerdo mi primer día en las Escuelas San José con total claridad. Era un 9 o 10 de septiembre de 2014, tenía 6 años y mis padres me acompañaban, cada uno dándome una mano. Una vez más, doy gracias por ellos y por su grandísimo acierto al elegir cole.

Aunque ya había estado alguna vez en los patios de Jesuitas, en mi interior, había una gran cantidad de nervios, ilusión y curiosidad. Algunos niños llegaron también con sus hermanos mayores, los cuales les iban contando cómo era el colegio. Cuando vimos las dimensiones del patio, alucinamos; pensé que era un lugar enorme, demasiado para el cuerpo de una niña de mi edad, pero poco a poco fui conociendo sus rincones. Ahora, tras diez años, hasta se me queda pequeño... Mis padres estaban más nerviosos que yo, ya que no tenía miedo: solo ganas de empezar.

Para algunos, ese primer día fue caótico y se perdieron muchas veces; otros, en cambio, estaban felices porque había mucha gente de la Escoleta. Lo cierto es que, cuando subía las escaleras con mi mejor amiga, algo de miedo sí entró, pero se nos pasó al conocer a los tutores: Noelia, Manolo, María Soler... Luego vinieron José Comino, Fernando, Raquel, Paz, Marian, Mariló... Lo que más nos gustó de los tutores es que eran cariñosos y empáticos -¡a día de hoy nos siguen reconociendo por la calle!- y algo así como unos segundos padres.

Recuerdo momentos inolvidables, como un día que me caí en el patio jugando y lloré como si el mundo se acabara, hasta que fui a Itziar y ella me curó y me consoló. En los primeros años, fueron llegando nuevos compañeros y, ya en 4º de Primaria, me gustó que ya no éramos los pequeños del colegio y podíamos cuidar a los niños de 1º, 2º y 3º.

Primaria fue una etapa muy feliz, pero el tiempo pasa y no hay que mirar atrás. ¡Había llegado la hora de pasar a la ESO con los mayores! La verdad es que siempre había tenido miedo por cómo sería la ESO o el instituto. Para algunos, el cambio era aún más grande, ya que venían de otro cole y tenían que empezar de cero, aunque siempre dicen que les acogimos muy rápido. En verdad, la ESO es un gran salto: demasiados profes y asignaturas y mucho miedo de perder a los amigos y amigas por el camino. La cantidad de exámenes y trabajos me generaron miedo al fracaso; sin embargo, en 2º ESO, me acuerdo que empezaron a gustarme las mates, cosa que no entiendo porque siempre las he odiado.

A 3º ESO, en cambio, entré demasiado feliz, pero no era un curso igual que los demás, ya que la exigencia apareció y eso nos chocó un poco a todos, pero supimos llevarlo bien y, con alguna lloradita y algunas risas, logramos llegar a 4º. También gracias al acompañamiento de los tutores y los profes: Alicia, que nunca dejó que nadie se hundiese en el barco, Dani Fabre, Marta León, Juanjo -que no para de trabajar-, Bernardo -que lo hace todo fácil-, Àlex Bas, Elena, Carles, Quique Falcón, Jose Adell, Marc y su paciencia para aguantarnos, Dani García... ¡Hemos tenido suerte de tenerlos a todos!

Nuestra ESO, no obstante, fue un poco "especial". El despiste del inicio duró poco porque llegó la pandemia y nos tuvimos que encerrar. Fue un año duro, que nos ha dejado secuelas, que superamos como pudimos gracias a la familia, los grupos de la Play de madrugada y todos los recuerdos y risas de las videollamadas. No obstante, la cuarentena también me hizo pensar y reflexionar y, aunque suene extraño, darme cuenta de que podía averiguar cuándo me estaban sonriendo mis compañeros aunque no pudiese ver sus caras completas.

La pandemia también nos hizo perdernos Pinarillos y El Chate, dos campamentos que dicen que son geniales, pero hemos vivido otras muchas experiencias. De los campas, podría escribir hasta dormirme: además de pasármelo bien, también me han servido para crecer como persona y conocer a mucha gente. Mi primer campa fue Sinarcas; recuerdo que estaba nerviosa porque eran muchos días y que eché mucho de menos a mis padres, ya que nunca había estado tanto tiempo sin ellos. Luego vinieron Autillo, La Serrana, Villahermosa, el Camino Ignaciano... Lo mejor de los campas han sido los monitores que, con su ejemplo de servicio y entrega a los demás, me hicieron saber que quería ser monitora de mayor. Ellos fueron los que despertaron esa pasión en mí. Les doy gracias por empujarme a ello y a desear ir a la Escuela de Monitores. Si tuviera la oportunidad de aconsejarle a algún alumno de 2º ESO, le diría 100% que sí, que ser monitora es un acontecimiento en tu vida, como cuando fui de moni al Autillo y coincidí con una profe que tuve en Primaria y me dijo que estaba orgullosa de hasta dónde había llegado... ¡Eso me puso muy feliz!

Y es que el colegio es mi segunda casa y solo puedo dar gracias al Señor por haberme dado la oportunidad de venir a las Escuelas. Gracias por el padre Ángel, uno de los pilares del cole; gracias por el esfuerzo de todos los trabajadores del cole para que funcione: no solo los profes, sino también el personal de administración, las limpiadoras, bedeles, conserjes, enfermeras... Gracias por Contigo + y las experiencias como Mallorca, Alicante o las convivencias; gracias por una comunión inolvidable, por el intercambio de Marsella, por los momentos de relajación en las eucaristías que tanto me han marcado, por todo este tiempo tan corto, pero tan intenso... El colegio ha sido un lugar seguro en mi vida, en el que he tenido la posibilidad de ver crecer a gente que me ha acompañado en mi camino; ha sido una herramienta más que me ha ayudado a ser una persona para los demás, con todos los valores y experiencias que eso conlleva. Estoy agradecida porque me han enseñado a valorar más cada detalle que la vida me ofrece, como el hecho de estar ahora mismo en el Camino Ignaciano escribiendo esta carta.

Porque, al final, estoy aquí, ahora, recordando este tiempo que parece que empezó ayer, pero que ya está terminando. Unos años que guardaré siempre en el corazón, aunque aún me quede mucho por recorrer: algunos, seguiremos caminando juntos; para otros, a veces, la vida da giros y ya no estaremos tan cerca, pero todos seguiremos agradecidos a los amigos, compañeros y profesores por haber estado ahí cuando lo hemos necesitado. Desde el primer día y hasta el último momento. Todos ellos me han ayudado a conocerme y a saber a dónde quiero llegar, a ser mejor persona, a aprender de mis errores y a saber disfrutar y saborear los instantes bonitos.

Por todos estos años, por los campas, por los partidos de fútbol jugados, por las risas echadas, por los juegos de polis y cacos en el patio de Primaria, por las fiestas, por todo lo que tengo y por la suerte de vivirlo... Ha habido muchos momentos -altos, y también bajos-, pero no cambiaría nada. Si no, no sería la persona que soy ahora. Tenía miedo de no ser suficiente, pero ahora estoy genial y solo pienso en agotar y disfrutar hasta el último segundo, hasta el último sorbo.

A todos vosotros que me leéis, sois familia. De todo corazón, simplemente, GRACIAS.

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