Emoción, solemnidad y universalidad de la Iglesia han sido los acentos de la ceremonia de ordenación de diáconos celebrada este sábado 4 de febrero en la parroquia San Francisco de Borja (Madrid). Doce compañeros jesuitas, procedentes de 7 países -España, Francia, India, Italia, Malasia, Rumanía, Tailandia- recibieron el primer grado del orden sacerdotal.
Concelebraban el cardenal D. Carlos Osoro Sierra, arzobispo de Madrid, monseñor Hugo Manuel Salaberry SJ, obispo de Azul (Argentina), el provincial Antonio España SJ y los provinciales de Europa Occidental Francófona (EOF) y de Malasia y el superior regional de Tailandia, que es el jesuita de origen español, Miguel Garaizabal SJ. Les acompañaban también el vicario episcopal para la vida consagrada de la archidiócesis de Madrid, Elías Royón SJ, y más de 90 jesuitas de España, Europa y Malasia. En la iglesia, abarrotada, estaban presentes familiares y amigos venidos desde sus lugares de origen y personas con las que estos jesuitas han compartido misión en Madrid, en catequesis en Maldonado y parroquia de San Ignacio (Ventilla), grupos de universitarios (Grupos Católicos Loyola y CUFJ y pastoral Comillas), voluntariado en Cáritas diocesana, en el colegio Padre Piquer y NªSª del Recuerdo, en el coro ignaciano de la PA Madrid…
Se ordenaron los españoles Javier Bailén SJ (Paterna, Valencia), José Luis Olea SJ (Lleida), Luis Ortuño SJ (Orihuela, Alicante) y Rodrigo Sanz SJ (Valladolid). Junto a: Jean-Baptiste Roy SJ de Francia, Prawin Vikas SJ de India, Giuseppe La Mela SJ y Andrea Bonavita SJ de Italia, Erone Navelni SJ de Malasia, Ambrozie Mengheris SJ de Rumanía y Francis Pantharaks SJ y David Sakda SJ de Tailandia.
La primera lectura (Jeremías 1,4-9) se escuchó en italiano, el salmo (22-23) en rumano, con la antífona en castellano, y la segunda lectura (Hebreos 13,15-17.20-21) fue leída en tailandés. El evangelio (Marcos 6, 30-34) fue proclamado en castellano por el jesuita Hermann Badjaï, diácono que estudia en la Universidad Pontificia Comillas, originario de la provincia de África Occidental. Los cantos también se expresaron en todos los idiomas de los ordenandos.
La liturgia de la ordenación sucedió a la liturgia de la palabra. Una vez proclamado el evangelio, el cardenal Osoro llamó a los candidatos, que levantándose mostraron su disposición al servicio del diaconado, y el provincial de España afirmó su idoneidad para recibirla. En la homilía el arzobispo de Madrid invitó a los ordenandos a sentirse elegidos, consagrados y preparados y les regaló 5 palabras para su nueva misión: Alegría, liberación, luz, sanación y asombro. La alegría “porque la fe es una estupenda historia de amor para compartir”; liberación porque “quien anuncia a Dios no hace proselitismo, tiene que aligerar cargas, aliviar, no imponer pesos”; una luz “que hace ver la vida de forma nueva” y que es luz de filiación de sabernos hijos y de fraternidad, de sabernos hermanos; y sanación ya que “ninguna medicina ni remedio humano puede sanar como Jesucristo”.
Tras la homilía, realizaron las promesas de su nuevo estado de vida -obediencia al obispo y al superior, el celibato y el compromiso de celebrar la liturgia de las horas como oración por el pueblo- y se postraron en el suelo y toda la iglesia invocó, con el canto de las letanías, a los santos. El momento central de la ordenación llegó después con la imposición de manos del cardenal sobre las cabezas de los ordenandos y una vez ya siendo diáconos fueron revestidos por sus padrinos con las vestiduras propias del orden diaconal, la estola cruzada y la dalmática. A continuación, recibieron el libro de los evangelios. En la liturgia eucarística posterior, los ya nuevos diáconos cumplieron por primera vez con sus funciones, preparando la mesa del altar y distribuyendo la comunión.
Antes de concluir la ceremonia el obispo de Azul (Argentina), Hugo Manuel Salaberry SJ, les recordó a los nuevos diáconos el mandato de en todo amar y servir en su tarea. La acción de gracias final fue pronunciada en castellano por Javier Bailén y en inglés por Giuseppe La Mela (EUM). En nombre de todos los nuevos diáconos Javi Bailén, a través del simbolismo del lenguaje deportivo, expresó el agradecimiento por el largo entrenamiento que les había traído a todos los diáconos a esta meta volante que suponía la ordenación. Dio las gracias porque “el Señor nos ha regalado la fe católica y la vocación religiosa”, mostró el agradecimiento hacia los padres y familia extensa, “primeros entrenadores de la fe”, y a esos jesuitas que a cada uno de los doce nuevos diáconos les abrió a conocer un “sistema de entrenamiento en el que nos sentimos identificados”, el modo de proceder de la Compañía de Jesús, “que nos ha seducido”. Tuvo palabras también para los jesuitas mayores que les han precedido y todas las personas que les han acompañado en sus tareas apostólicas y acabó afirmando que “la Iglesia es un gran equipo que nunca abandona a sus jugadores”. La acción de gracias de Giuseppe La Mela, en inglés, se centró en el agradecimiento por la vocación jesuita recibida y en las vidas de los jesuitas en quienes los nuevos diáconos han podido descubrir historias de salvación.
Infosj