Tras un voluntariado lo que quedan son, mayoritariamente, sensaciones. Dependiendo de qué tipo, serán más o menos positivas. En un voluntariado de recogida de basuraleza, además de todo aquello recogido, las sensaciones suelen ser más bien neutras. Al fin y al cabo, se ha ido a recoger basura a la naturaleza, cuestión que tiende al enfado y a la “resignación” con un matiz de satisfacción al haber realizado una buena acción. Sin embargo, esta vez ha ido más allá ¿Cómo es posible que las sensaciones de este voluntariado sean de emoción y alegría? Fácil: Las Escuelas San José Jesuitas.
Puedo decir con orgullo que siendo antigua alumna, este instituto (aunque para mí siempre será “el cole”), continúa con su labor de dejar el mundo mejor de lo que lo encontraron. Pero, espera, aún queda más.
Dentro de lo que conlleva un voluntariado de limpieza de basura, y más en esta zona afectada por los incendios de agosto de 2022 que alcanzaron la brutalidad de 150 km de perímetro quemado, afectando a 5 pueblos y sus aldeas, el hecho de que los alumnos, los cuales hacen la actividad gracias a la Semana Ignaciana que se celebra la primera semana del mes de febrero, se vayan contentos de una actividad como esta, es, sin dudarlo, un éxito absoluto. Les cuentan a los profesores aquello que han encontrado con emoción: “¡hemos sacado una bañera!”, “ey, mirad, una tele”, “¿qué hace aquí un sillón? ¡ya lo cojo yo!”, “eso son… ¿huesos?, buah, qué flipe”.
Quizás haya sido el día que nos ha acompañado con un sol maravilloso, quizás el hecho de que algunos de ellos ya conocían la zona (y, por lo tanto, los hechos del verano pasado), quizás la ilusión de ver que los Jesuitas se había interesado en nosotros, quizás el shock, la impresión, y la alarma de ver la cantidad de cosas que deja un incendio tras él, quizás son las Escuelas, quizás es Bejís, quizás es una suma de todos los factores que ha hecho del conjunto un voluntariado muy diferente y, en concreto para mí, muy especial.
Nadie me iba a decir que tras aquel trágico 15 de agosto que acabaría con el 95% del territorio de mi pueblo y un dolor tremendo en el pecho, acabarían Las Escuelas San José pidiendo venir, y yéndose pidiendo volver, incluso dándonos las gracias por haberlos acogido.
Gracias a vosotros, siempre seréis mucho más que bienvenidos. Ojalá para los próximos años, el voluntariado sea de plantación de nuevos árboles o de una ruta por el que, a pesar de todo, sigue siendo un lugar espectacular.
Una vez más: gracias. Qué orgullo ser antigua alumna, qué gratificante actividad, qué ilusión más simple. “¡Mira, una nevera!”
Victoria Navarro, ex-alumna del centro San José Jesuitas.
Coordinadora de la actividad de recogida de basuraleza en Bejís, Castellón..
Secretaria provisional de la Asociación Ōriwa.
Orientadora Educativa y Pedagoga.